Tal vez me lo estaba imaginando, o tal vez no. Lo único que tenía muy claro era que no quería salir de aquella cama. Las sábanas olían a él. La almohada. Mi propio cuerpo impregnado con nuestro sudor. Todo. Todo olía a él. ¿Era aquello un simple fruto de mi imaginación? ¿Había vuelto a soñar despierto con sus perfectos músculos, o esta vez, sí era real?
Suscribirse a:
Entradas (Atom)